Parar




¿Te paras a escuchar tu cuerpo y tu mente? ¿Están en armonía, o dejas que salga esa vocecita exigente que no te deja parar? Y si lo haces, ¿sale esa otra que te dice que eres lo peor del mundo, que nunca te organizas, que así no conseguirás nada, que lo único que haces es perder el tiempo, que no sirves para nada, que no eres capaz de hacer nada? Autocuidarse es también darse unas vacaciones. Saber parar, el cuerpo y la mente. Es escucharse y sentir cuál es nuestra necesidad en el momento presente. Nos obligamos habitualmente a forzar la máquina, lo hacemos hasta el límite, hasta que nuestro cuerpo nos llama la atención, con alguna contractura, con algún dolor, con alguna enfermedad a veces irreversible. Esas voces que podemos distinguir en nuestra mente, si nos permitimos observar nuestros pensamientos, distanciarnos de ellos y oírlos como una conversación que llegara por nuestra ventana, son como personajes que quieren tomar el control sobre nosotros y la mayoría de las veces lo consiguen. Sobretodo, si no hacemos ese ejercicio de distinguirlas, de observarlas, incluso de empoderarnos ante ellas y dejar de actuar y de sentirnos según lo que comentan sobre nosotros o nos dicen. Tal vez te parezca una locura escuchar voces, pero una cosa es pensar que esas voces pertenecen a entes o personas que quieren obligarte a hacer algo y otra es tomar conciencia de que siempre tienes una conversación interior. Una conversación donde te dices las mismas cosas que aprendiste sobre ti o que tenías que hacer. Y eres tú quien se castiga si te sales del patrón establecido, y también eres tú quien se rebela a seguir ese patrón, y en esa lucha a veces gana un personaje o gana otro, ¿pero qué quieres tú?, ¿te conformas con no recibir el castigo del autorrechazo y la autodesvalorización? Hoy date un tiempo para hacer consciente tu respiración, siente como entra y sale el aire en tu cuerpo, permanece así unos minutos, consciente de tu respiración y luego pregúntate lo que quieres hacer realmente, observa si lo que piensas, lo que sientes y lo que haces van por el mismo camino, sólo así hay armonía. Si puedes y te apetece busca un lugar en la naturaleza donde te resulte más fácil conectar contigo, sin distracciones, sin exigencias. Si en este momento te resulta difícil desplazarte a un lugar así, no importa, puedes ir con tu imaginación, mira la fotografía que acompaña este escrito e imagina que estás en un lugar así, respirando el aire puro y escuchando tus propios pensamientos, sintiendo los latidos de tu corazón. Si quieres ayudarte más a crear ese espacio virtual que te conecte con la naturaleza, puedes buscar alguna música relajante, con sonidos naturales, agua, pájaros, viento... Permítete unas vacaciones y renuévate. Eres la única persona responsable de tu autocuidado, la única que lo puede llevar a cabo. ¿Empiezas ahora?

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