LA FEALDAD Y LA BELLEZA

Sucedió en una tarde de verano que La Belleza se paseaba por un precioso paraje en las márgenes de un río. El día era tan caluroso que se le ocurrió desnudarse de sus preciosas ropas de finas sedas, depositándolas sobre la hierba a fin de refrescarse con un buen baño.

Pero curiosa coincidencia, sucedió que también por allí se encontraba paseando La Fealdad con sus ropas descoloridas y sencillas. Al pasar junto al río, se le ocurrió la misma idea que a la Belleza, por lo que sin dudar, se despojó de sus ajadas apariencias y, colocándolas junto a las ropas de la Belleza, se zambulló en el río.

Estuvieron un rato chapoteando divertidas hasta que La Fealdad decidió salir mientras la Belleza continuaba su baño. Cuando la Fealdad llegó a la orilla y contempló las preciosas ropas que La Belleza había dejado en la orilla, decidió vestirse con ellas, dejando en vez sus antiguas prendas allí sobre la hierba. Al poco, siguió su camino y se alejó por el sendero.

Más tarde, cuando la Belleza decidió salir del agua, comprobó que la Fealdad se había llevado sus ropas recién estrenadas; a cambio, le había dejado las viejas. La Belleza, viendo que la tarde caía y no atreviéndose a la desnudez, decidió vestirse con aquellas ropas y continuar su paseo por entre montañas y valles.

Desde entonces, cuentan los sabios que en este mundo que vivimos, hay algunos que:

Contemplan el rostro de la Belleza y saben que no lleva sus ropas.

Y otros, que conocen el rostro de la Fealdad y sus ropas no los engañan.

© Texto perteneciente al libro del Autor " Cuentos para Aprender a Aprender "www.jmdoria.com

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